Luce Gilio y logra su primer indulto

 Luce Gilio y logra su primer indulto

Aarón Arguijo Gamiochipi 

 monumental faena cuajó ayer el matador de toros lagunero, Arturo Gilio Quintero, quien se presentó en la Feria de Moroleón, Guanajuato, donde indultó al último toro de la tarde para salir a hombros junto a Ernesto Javier «Calita» y al figurón peruano, Andrés Roca Rey.

Arturo estuvo inspirado y mostró toda su clase en una tarde en la que partió plaza junto a dos matadores que ya tienen bien ganado un nombre en la tauromaquia, pero eso no intimidó al torreonense, quien cerró el festejo con una fantástica faena que hizo lucir toda la majestuosidad del toro, por lo que el juez de plaza determinó devolver con vida a los corrales a «Lo que pasa», astado que fue registrado con 495 kilogramos de peso.

La tarde fue triunfal, pues los tres matadores tocaron pelo y salieron a hombros de la plaza que registró algo más de tres cuartos de entrada.

TARDE REDONDA

Se lidiaron toros de la ganadería de Pablo Moreno, ejemplares de buen juego y entre los que destacaron el primero de nombre «Nuevo Rey», de 460 kilogramos, que mereció arrastre lento, además del segundo, nombrado «Aguafiestas» y de 480 kilos, a quien las mulas le dieron la vuelta al ruedo, el quinto que se llamó «Barranqueño» y registró 505 kilos, se despidió en arrastre lento, además del nombrado «Lo que pasa», sexto de la tarde y que recibió el indulto para que Gilio se llevara los simbólicos rabo y orejas.

No tuvo mucha suerte Arturo Gilio en su primer turno, pues el tercer toro de la tarde, «Vengativo» de 475 kilos, resultó el más flojo de todo el lote, la faena fue abreviada y un tanto deslucida, con voluntad del torero, no así del toro. Con todo y ello, la estocada de Gilio fue perfecta y el astado dobló de inmediato, eso fue mérito suficiente para que al juez de plaza le otorgara la oreja al lagunero, cuyo esfuerzo fue reconocido por el tendido, que emitió sonoras palmas.

Lo mejor se guardó para el segundo turno de Gilio, quien realizó una faena de gente grande, con vistosos capotazos en los que ya se mostraba la fuerza y nobleza del toro. Tras puyazo y banderillas, Arturo tomó la muleta para sacar lo mejor de su repertorio, con largos derechazos que parecían no tener fin ante un embravecido burel, las tandas continuas derrochaban clase, valor y bravura, por lo que al acercarse el momento de la suerte suprema, los espectadores comenzaron a vislumbrar la opción de que se le perdonara la vida al toro, opinión que también le llegó a la autoridad en la plaza y ordenó que el astado se regresara vivo a los corrales, lo que festejaron aficionados y el propio Arturo, quien así se apuntó su primer indulto como matador.

«Calita» cortó dos orejas a su primer toro y una más a su segundo, mientras que Roca Rey dejó ver el poder de su muleta y le cortó las dos orejas a cada uno de los astados que le correspondieron.

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