Ray Loriga, retrato de un escritor en el exilio voluntario: “En esta vida te arrepientes más de los golpes que das que de los que te han dado”
Las circunstancias y el azar han querido que Ray Loriga (Madrid, 58 años) publique su nueva novela —TIM (Alfaguara)— al mismo tiempo en que ultima su mudanza de Madrid a Trujillo. Hemos quedado en viajar juntos en el autobús de las doce de la mañana que sale de la estación Sur. Una hora antes hablamos por teléfono y me advierte de que si no tengo cazamariposas, esté tranquilo, porque él tiene dos, y de que disponemos, exactamente, de tres horas y media más media hora de parada en Navalmoral de la Mata para reírnos. El humor es un rasgo determinante en su personalidad y su capacidad de autoparodia resulta tan entrañable como admirable. “Antes de venir a vivir al campo”, dice en el andén, “lo máximo a lo que llegaba era a diferenciar árbol de flor, y si los árboles tenían flores ya el lío era enorme. La primera vez que vi una vaca fue en una excursión del colegio a una central lechera, por lo que yo pensaba que las vacas estaban sujetas a máquinas, pero ahora las veo por todas partes, tan contentas, ya verás”. Diez horas después, cuando al caer la tarde estemos paseando por lo alto de Trujillo, Ray me mostrará el busto de Francisco de Orellana, que lleva, como él, un parche en el ojo, y añadirá con media sonrisa: “Trujillo, un sitio para tuertos…, pero para tuertos ilustres, eh”. Y aún más tarde, cuando encendamos el fuego, volveremos a hablar de ese parche que al veinteañero de larga melena de la legendaria portada de la novela Héroes le da hoy un aire de pirata.
Fuente: El País