¡Reinvéntate, muerto de hambre!

Cuando un artículo se viraliza, el autor puede estar recibiendo exabruptos durante meses. Si bien es cierto que durante las primeras horas llegan halagos, a mayor es el alcance, mayor es también el número de ofendidos. A esto ayuda que lo que se comparte suele ser un párrafo, y que poca gente se aventura a leer artículos enteros (desde que tengo uso de razón conozco el concepto “lector de titulares”). Tuve a bien hace unas semanas cagarme en la I.A., más concretamente en ChatGPT, su versión más extendida, por sus implicaciones éticas relacionadas con la creatividad. Cuál fue mi sorpresa al ver que el artículo se viralizó en LinkedIn, red social donde la gente finge trabajar a dolor, pero siempre en busca de nuevas oportunidades y conocimientos. A veces leo lo que el personal escribe ahí y no me explico cómo puedo vivir en un país en el que, a un tiempo, todo el mundo se queja de trabajar en La oficina siniestra (la que Pablo San José García dibujara en La Codorniz), pero que de puertas afuera venden como un parque de bolas del brillo intelectual.

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Fuente: El País

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