Tadej Pogacar deja su sello único en su segunda victoria en la Flecha Valona
A Alejandro Valverde, rey de la Flecha (cinco victorias, casi seis), le gustaba el tumulto y el ataque de nervios entrando en el Muro de Huy, adelantaba por la acera como podía y esperaba a los últimos 200m de la subida matadora del Camino de las Capillas (1.300 metros al 9,6% desigual: comienzo al 7%, centro al 19%, final al 13%), pasado lo más duro, para bajar piñones y esprintar imbatido. Es la táctica de los que llaman puncheurs, sprinters en cuesta gracias a su gigantesca potencia máxima para esfuerzos de dos, tres minutos. Un especialista en repechos. A Tadej Pogacar, especialista en todo, montaña, contrarreloj, pavés, asfalto, repechos, le gusta la limpieza de banco de carnicero, cuchillos afilados, cortes precisos, piezas nítidas, lugartenientes como Christen y McNulty que limpian la fronda y le hacen hilera de suplicantes; le gusta la claridad de su sello arcoíris, que es el de las victorias en fuga, y un pelotón frustrado a su espalda, y por eso el 23 de abril entra en la cuesta de Huy como San Jorge en busca del dragón, Colnago recién estrenada, manga corta pese a la lluvia y el frío tonto de Valonia, gafas de montura rosa colgadas del cuello, ojeras de insomnio dibujadas bajo sus ojos por manchas de barro sucio, dos amigos abriendo el paso y, detrás, Remco Evenepoel perdiendo el aire, en las últimas.
Fuente: El País